sábado, 8 de octubre de 2016

DANYA_7

  Durante unos ocho meses Danya, iba a la mezquita una vez por semana para aprender a rezar. Deseaba ir con más frecuencia pero estaba lejos y se le hacía pesado. "Tardaba casi dos horas en ir y otras dos horas en volver a casa”. Ese largo trayecto era para Danya, sin duda, una molestia, una carga. Salía de trabajar a las cinco y media de la tarde, y el día que tenía cita en la mezquita, llegaba a casa bien entrada la noche, y agotada. Cuatro horas sentada en un autobús después de una jornada de trabajo, fatiga a cualquiera. Así que, con este problema en la cabeza andaba un día por el supermercado cuando vio a una chica con el pelo tapado, se acercó a ella y le dijo: “ Hola, disculpa. Soy musulmana. Voy a una mezquita que está a dos horas de aquí ¿sabes si hay otra más cerca?”.  Y la chica le informó de que, efectivamente, había otra a tan solo unos minutos. ( En una primera búsqueda por Google, en San Diego aparecen 12 mezquitas.  Hay que fijarse en que la ciudad tiene 1 millón y casi 400 mil habitantes. De de ellos, los musulmanes están en un grupo que suma el 5 por ciento de la población donde están incluidos, además de los seguidores del Islam, los del Budismo, Judaísmo e Hinduismo. Es decir, que puede que los musulmanes no lleguen al uno por ciento de la población).
              Danya fue a visitar esa nueva mezquita y se convirtió en su lugar de rezo habitual. Por la cercanía, claro, pero también porque encontró una pareja de origen afgano que en poco tiempo llegaron a ser unos buenos amigos.
              Danya empezaba a utilizar el hiyab a todas horas y esto, que sin duda es el signo más visible de que una mujer es musulmana, le acarreó algunos problemas, entre otros, la dificultad para encontrar trabajo. Hay que recordar que los sucesos del once de septiembre estaban aún recientes. Se avecinaban problemas económicos.
             Por otra parte ella compartía piso con un chico cuya condición sexual también pasó a ser un un inconveniente: ”era gay y eso no es aceptable para los musulmanes. Para mi solo era una persona con la que compartía los gastos de la casa, pero la tuve que dejar”. Ante la imposibilidad económica de Danya para vivir sola, la pareja de Afganistán, le ayudó a buscar otro alojamiento. Todo para que se alejara de su compañero de piso, para distanciarla de esos hábitos sexuales deplorables para el Islam.
     La homosexualidad, castigada con la pena de muerte en Arabia Saudí, es un asunto tabú entre los musulmanes en general. Incluso en una conversación distendida, entre amigos, entre personas de un nivel económico e intelectual medio-alto, personas conocedoras de otras culturas, y de costumbres y pensamientos más libres, incluso en esas condiciones, hablar de homosexualidad es incómodo y el rechazo parece unánime. Es cierto que en Occidente también hay sectores que la rechazan. En cualquier caso, ¿cómo es posible que conductas como, por ejemplo la pederastia, no sean capaces de levantar las iras que despierta la homosexualidad en algunas personas? 
      Algunos miembros de la familia de Danya también fueron incapaces de aceptar a la nueva Danya, a la Danya musulmana. Frente al  padre, que nunca se opuso a las nuevas creencias de su hija, estaba el cuñado, el marido de su hermana, con el que tuvo algún enfrentamiento. Según Danya, el cuñado le decía: “si vienes así, a mi casa no entras", refiriéndose al pañuelo de su cabeza y a El Corán que llevaba en la mano. Danya recuerda, aparentemente sin rencor, que el cuñado también le solía repetir  que los musulmanes eran unos "cochinos". Y ella que sabía que la discusión sería vana, se limitaba a informarle de la practica de la ablución que hacen cinco veces al día, una por cada rezo.
        A pesar de todos los inconvenientes, ¿dónde no los hay?, Danya estaba cada vez mas convencida de que había elegido el camino correcto. Se sentía cómoda, segura. Saber que haces lo correcto da fuerzas, proporciona la energía necesaria para superar cualquier obstáculo. Por lo tanto, Danya, que vivía ese momento con la actitud de la seguridad, dio el siguiente paso para su desarrollo como musulmana: buscar marido.

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