sábado, 8 de octubre de 2016

ESTRELLA_4

Años después de aquello, Estrella trabajaba en la universidad. Salió una opisición para un único puesto. Ella y un compañero quedaron finalistas en las pruebas. Según les informaron los dos tenían la misma puntuación, pero el responsable lo eligió a él. El argumento se lo explicaron así:
- "hombre mujer, él tiene una familia que mantener. Además vaís a ganar lo mismo solo que su plaza será fija".
 Dice Estrella que en aquel entonces ella ya tenía a sus hijos, ya tenía a una familia, numerosa,  a la que mantener.
    En cuanto a España, en el medio rural, Estrella encontró más machismo entre las mujeres que entre los hombres. Cuenta que en uno de sus primeros trabajos en Galicia, cuando llegó a la casa, la mujer le preguntó por el veterinario.
-  Soy yo, señora. Le dijo Estrella.
- Y ¿cómo va a inseminar a la vaca?
- Pues mire, con el brazo iquierdo localizo el útero y con el derecho insemino. ¿ Necesito algo más?
    "La campesina gallega creía que una mujer veterinaria está incapacitada para inseminar una vaca cuando ella "trabaja el campo como un hombre, atiende a los animales, y cuando llega la noche, sigue trabajando en la casa y encargandose de sus hijos. Él, mientras, una vez terminada su jornada, sobre las 6 de la tarde,  se va al bar a jugar a las cartas con los amigos".
  Estrella cuenta que miró a la mujer, observó su físico y pensó: "prefiero enfadarme con tu marido que contigo. Él parece un miriñaque pero tu, me das una hostia y me rompes los huesos".
  Es cierto, según sigue contando, que las gallegas manejan el dinero de la casa. "¡Faltaría más cuando ellas se comen todo el marrón!". Y me explica que, a pesar de ese pensamiento machista adquirido en los ultimos siglos, las mujeres gallegas conservan en su ADN el carácter fuerte y libre de la antigua cultura celta.
       Es probable que, en cuanto a igualdad entre hombres y mujeres, no haya existido otro pueblo como aquel, el celta. El derecho celta se basaba en la posesión del ganado, no en la posesión de la tierra como el romano. Y las mujeres podían poseer rebaños lo que las hacía plenas partícipes de la sociedad. Ellas tenían derecho a elegir marido, y no se las podía casar sin su consentimiento. Disponían de autonomía económica y cuando se divorciaban, (porque también existía el divorcio y hacían uso de él con frecuencia) cada uno se llevaba sus bienes y los comunes se repartían. Además, y eso lo hemos visto en el cine, eran guerreras tan duras como los hombres. Los antiguos clásicos las describen como casi de la misma talla que los hombres y de igual coraje.


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