sábado, 8 de octubre de 2016

ESTRELLA_3

 Estrella llega a casa de sus abuelos donde también vive su tía. La reciben entusiasmados, están felices de tenerla entre ellos.
     Como hemos dicho, la madre de Estrella siempre mantuvo en su corazón el anhelo de su tierra, y su hermana, que se quedó en Galicia, también guardaba la esperanza de su regreso. Así que, la llegada de Estrella la interpretó como una avanzadilla, después, con un poco de suerte, vendría toda la familia y por fin, los tendría a todos cerca, en la aldea. La tía se aseguró de que ese deseo no fuera solo un sueño, hizo lo que pudo para que hubiese posibilidades reales, para que su sobrina tuviese motivos para quedarse: contactó con el veterinario de la zona que tenía la jubilación a la vuelta de la esquina.  El veterinario aceptó conocer a Estrella y ella aceptó ir a visitar a su colega. "Era una bellísima persona. Estaba preocupado por sus clientes, por dejarles a alguién que se encargara de sus animales cuando él se retirara. Yo, le dije: hace años que no veo una vaca. Me dedico a la biotecnología y a animales pequeños, pero ¿vacas?" Así recueda Estrella aquel primer encuentro con el anciano veterinario de la aldea. Él le explicó que era un trabajo duro, de muchas horas, pero técnicamente fácil y que además se ganaba bien. Antes de ir a visitar al veterinario, Estrella le había aclarado a su tía que había ido a España por trabajo, no a por trabajo. Sin embargo, después de la entrevista las cosas habían cambiado y en su cabeza aparecío la idea de que quizás, vivir allí, era una opción, quizás sería bueno para sus hijos. Eran pequeños y el medio rural podría darles lo que necesitaban, más adelante, cuando fueran mayores, se iría viendo. Coruña, dónde había buenos colegios, estaba a treinta kilómetros, una distancia admisible. Claro que para los niños, acostumbrados a vivir en una ciudad grande,  podría ser duro adaptarse a una zona rural. Este pensamiento hizo que Estrella recordase un estudio que había leído "de los americanos que todo lo hacen por estadísticas y curvas gaussianas" que decía que una persona que empezase a trabajar entonces (hace treinta años) estaba previsto que a lo largo de su vida cambiaría 5 veces de función laboral. Y que por eso se estaba empezando a valorar más la flexibilidad, la capacidad para adaptarse a los cambios. "Si, desgraciao, tenías razón con tus putas estadísticas, que nuestra vida iba a cambiar de un plumazo. ¿Cúando un médico iba a tener que salir del país por motivos económicos? Podría salir por razones profesionales pero económicas, no. Cuando yo llegué hace 25 años a Galicia ¿quíen podría decir que a los cincuenta te tendrías que ir a buscar trabajo a otro país como he tendio que hacer yo ahora? Mis colegas gallegos me consideran afortunada, no obstante,  porque me eduqué en un país dónde era habitual manejar varios idiomas. En España ni el presidente del gobierno habla inglés. Mis compañeros de generación, ninguno habla una segunda lengua. En Uruguay, en mi època de estudiante, los que estudiaban una carrera, los que iban a la universidad, hablaban uno o dos idiomas más".
     
        Estrella se queda en Galicia. Dice que las características de aquel trabajo le permitieron vivir la infancia de sus hijos. Se trataba de un oficio sin horarios fijos pero, podía llevar a mis hijos al trabajo. Pude pasar mucho tiempo con ellos. Se lo tomaban como una excursión. Prefería llevarlos a que pasaran toda la tarde con una niñera o con mi madre porque yo soy quien los tiene que educar, ella tiene unos criterios y yo, otros".
      Después de unos años, tal y como Estrella había pensado en un principio, empezó a considerar que la educación de los niños estaba siendo inadecuada, quería algo mejor. Recuerda a un profesor que luchaba por estimular a una clase dónde solo unos pocos prestaban atención. Veía a sus hijos desmotivados por los estudios, influenciados por un ambiente vago y sin ambiciones. Esto fue años atrás cuando en las zonas rurales de toda España, niños de 16 años, dejaban sus estudios para trabajar en la construcción porque podían ganar más de dos mil euros al mes. Algo que resulta atractivo para un adolescente pero, sin duda, es una trampa desde la mirada de un adulto.  Finalmente optó por llevarlos a Coruña a una escuela de jesuitas. Considera que dan una buena educación y,  aunque no es una persona religiosa, valora y coincide con los principios morales que allí les enseñan. "Respeto profundamente a la gente que cree de verdad. La fe ayuda a superar muchos obstáculos. El depresivo está convencido de que su vida es una mierda, es igual que la tuya pero él cree que es peor. Si piensa que después tendrá una vida mejor, eso le ayudará a llevarlo.  Mi suegra tuvo cáncer y se aferró tanto a su fe que lo superó". Estrella no cree en la vida después de la muerte, quizás por su educación laica y científica, o quizás, porque su mente ya venía así de fábrica, o por todo a la vez. Pero sea como sea, los que piensan que ésta vida es lo único que tenemos, intentan vivirla más intensamente, procuran vivirla a su manera, con las menos imposiciones posibles, y en general, agradecen cada momento. Estrella es así.
   Sus hijos, que opusieron resistencia a aquel cambio de escuela, agradecen hoy la decisión de su madre y el ánimo que siempre les dio para que siguieran estudiando. El mayor, después de bachillerato se decidió por hacer unos módulos de electricidad motivado por el deseo de tener un trábajo cuanto antes. Lo hizo y al finalizar quiso ir a la universidad a estudiar una ingeniería :"Mamá he perdido dos años. Ahora quiero seguir aprendiendo". A lo que Estrella contestó: "solo se pierde el tiempo si estás tumbado en el sofá. Me parece perfecto que quieras continuar tus estudios. Adelante".
    Estrella es una mujer vehemente, pasional, entusiasta. Es una persona de esas que contagian energia. Es inteligente, se expresa con un rico vocabulario, sabe comunicar lo que quiere decir. Su cabeza va rápida y se le amontonan las ideas. Ese aspecto de su personalidad la hace hilar una cosa con la otra a gran velocidad. Y tras explicarme el valor de la educación, me cuenta las trabas que supone el machismo en Uruguay, en España, y por supuesto, en Arabia.
   Dice Estrella que en el último año de carrera estuvo en España, en León, y que allí encontró a tan solo 5 mujeres. En Uruguay, calcula que había un 25 por ciento, pero que igualmente su carrera era una licenciatura para hombres.  "Solo ellos podían atender caballos", añade con mucha ironía. El sitio para las mujeres era el relacionado con animales más pequeños o el laboratorio. "Te decían: yo no soy machista, es que vosotras no tenéis la fuerza necesaria. Un machismo muy educado".
  Cuando Estrella terminó la carrera, el ministerio de agricultura y ganadería puso en marcha una campaña para reclutar inspectores de sanidad con el fin de atajar la fiebre aftosa que en ese momento estaba dañando la ganaderia uruguaya. La fiebre aftosa es una enfermedad muy contagiosa causada por un virus que afecta a los ganados bovino, ovino, porcino y caprino. Se manifiesta con fiebre alta, ulceras en la boca del animal y erosiones en las pezuñas y las ubres, entre otras cosas. Estrella, junto a un grupo de amigas, hacía cola para entregar su solicitud y conseguir uno de esos  puestos.  Un responsable de la camapaña y profesor de su facultad las vio y les informó de que allí no se aceptaban mujeres. "El decreto del gobierno pide licenciados con carné de conducir como únicos requisitos. Todas nosotras los tenemos". El profesor respondió al argumento de las chicas que el motivo de eliminar a las mujeres era que el campesino, los ganaderos, solo querían hombres. La opinión de Estrella era que el gobierno es quién debiera decidir eso: " somos veterinarios, si el campesino no nos quiere que se joda" . Desde luego es un argumento correcto pero el caso es que  "no tomó a ninguna condenada mujer".  El asunto llegó a los tribunales.

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