jueves, 18 de agosto de 2016

LEILA_ 2

   Leila es una persona culta, educada, equilibrada, irradia paz y sensatez. Tiene una mirada dulce y una voz que atrae, una voz que proporciona una sensación parecida al placer que produce un dulce en el paladar de un goloso.  
    Vive la rutina desenfadada de los estudiantes. Un día un chico desconocido viene a casa de Leila a buscar a un amigo. Comienza a hacerlo de vez en cuando. En una ocasión salen todos de fiesta y se rompe la rutina. Leila empieza a salir con él, le gusta. Poco después está enamorada hasta los huesos:  “ Me volví loca de amor”  ¡Y resulta que formaba parte de ese grupo de chicos sauditas a los que Leila veía tan distantes! Leila dice que lo suyo fue un flechazo de los de libro, que se enamoró rápidamente de él, que era simpático, educado, atento y muy divertido. Y , “¡hala, allí que voy !” Se metió de lleno y sin vacilaciones en una relación apasionada, íntima, de esas en las que el mundo se reduce a la pareja, de esas en las que no existe nada más que él y ella, y todo lo demás no importa. Cuando te enamoras de esa manera, los inconvenientes desaparecen con el chasquido de los dedos, los obstáculos se superan con el esfuerzo de saltar una valla de medio metro, las contrariedades solo son distintas opiniones que no merecen atención. Leila lo sabe bien. 
    Lo único que le perturbaba, de vez en cuando, era sus padres: sabía que pondrían inconvenientes a la relación. Es habitual que los padres consideren que sus hijos “merecen algo mejor”, pero en el caso de Leila había algo más y muy concreto: la diferencia cultural. Así que les ocultó el tamaño de sus sentimientos. 
    Ya en aquellos momentos, al comienzo de su relación, Leila sentía interés por el Islam. La insatisfacción que le producía la iglesia católica, en cuya fe se había educado, y la necesidad de llenar ese hueco espiritual, la llevó a indagar en el Islam. Su novio le proporcionaba libros. “El Islam me sonaba bien”.  Una de las cosas que le llamó la atención desde el principio fue lo que ella define como flexibilidad. Leila explica que la practica del Islam es muy fácil y nada rígida: “ si no puedes rezar o ayunar en el momento adecuado, lo haces cuando te sea posible. Hay veces que estás de viaje, por ejemplo, y es complicado cumplir con esos preceptos. No importa. Lo haces cuando puedas. Me entró fácilmente". Leila reconoce que además estaba predispuesta, que se sentía abierta a aceptar la nueva religión,  también porque sus planes para el futuro eran formar una familia y vivir en Arabia Saudí. El Islam le abriría las puertas del país, le facilitaría enormemente la aventura de residir en un lugar desconocido y tan diferente a lo que conocía hasta ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JEDDAH, A UN LADO Y A OTRO