jueves, 18 de agosto de 2016

MARÍA DE LA O_8

   O está de nuevo en casa, en casa de sus suegros. Pasados unos días, en un intento de ganarse al diplomático español, la familia organiza una comida para el cónsul y su mujer. El suegro se esfuerza en mostrar su buena posición social para dejar sin justificación las razones de O para querer marcharse. Incluso le muestra un voluminoso montón de escrituras y otros documentos de sus propiedades y empresas. La mujer del cónsul (O recuerda de la pareja que eran vascos y jóvenes) le enumera la cantidad de cosas que la familia le está proporcionando, el bienestar del que disponen, e incluso le hace reparar en las vistas de la ciudad que había desde la casa: El Muro de las Lamentaciones, La Iglesia del Sepulcro, El Domo de la Roca…todo, se podía ver desde la gran terraza de la casa familiar.
     La reunión trascurría con agrado hasta que el diplomático, cometió una imprudencia. Quiso justificar que Jerusalén era una ciudad más moderna de lo que pensaba O, e hizo una apreciación poco afortunada que irritó profundamente a nuestra protagonista: en España están Las Urdes, al lado de Salamanca. 
   Efectivamente. Las Urdes es una comarca situada al norte de Extremadura, en la provincia de Cáceres y a pocos pasos de Salamanca. Y ha sido siempre ejemplo de retraso y subdesarrollo de la España rural. Más aun, después de que el cineasta Luis Buñuel realizara en 1932 una película documental sobre la zona titulada Las Urdes, tierra sin pan. La película denunciaba las condiciones de vida de sus habitantes.  Es tan dura que, el gobierno republicano de entonces, la prohibió porque daba mala imagen de España. Si lo que Buñuel mostraba en esa cinta era exagerado es subjetivo, pero sin duda, lo que quedó en la memoria popular es que en Las Urdes se vivía en la miseria, se creía en brujas y se llevaban a cabo prácticas poco virtuosas. 
Por tanto es comprensible que a O, le cayeran mal las palabras del cónsul porque como ella dice: “yo había estudiado y en Salamanca nunca había visto cosas tan feas como contaban de Las Urdes”.

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