jueves, 18 de agosto de 2016

MARÍA DE LA O_11

   O era joven, decidida, trabajadora y simpática, entre otras muchas cosas, por eso es razonable que se le presentasen otras oportunidades sentimentales.
     Por entonces, O trabaja en Interlaken. Esto es una ciudad turística desde antaño. Está ubicada en el interior de Suiza. Pertenece al cantón de Berna y su particular paisaje atrajo a visitantes de la talla del poeta inglés Lord Byron, el compositor y pianista alemán Felix Madelssohn o el escritor y científico también alemán Goethe, todos ellos importantes representantes del romanticismo allá por el siglo XIX. Algunos años después la zona, conocida como el Jungfrau-Aletsch-Bietschhorn, un conjunto de montañas, valles y glaciares, fue declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
     En aquel idílico lugar O conoció a un chico con el que tuvo una relación bonita, cordial, afectuosa, amable, todo menos pasional. Alfredo tenía muchas cualidades para enamorarse de él. Desde la distancia que dan los años, O lo recuerda como una “persona muy buena. Su madre también lo era; estaba totalmente volcada en él porque era su único hijo después haber perdido a otro a causa del cáncer. Entonces, la madre cuidaba todo lo que él quería y en ese paquete estaba yo. Alfredo tenía en su mesilla de noche un portarretratos con una foto mía y de mi hija”. 
   Pero O cargaba con un pasado, corto pero intenso. Llevaba con ella una mochila difícil de abandonar, así se topase con un héroe o un príncipe; por una parte su divorcio solo era efectivo en Israel y no en España, por lo que unirse a otra persona no era ni una opción legal ni mucho menos católica; ni sus padres ni la sociedad española de entonces permitían tal cosa. Por otra parte estaba su hija que tenía un padre que la adoraba y que estaba en otra parte del mundo. Y por último O amaba a su marido, aunque en ese momento ,Alfredo hacía que ese sentimiento apareciera turbio y entre nubes. En el fondo de su corazón el recuerdo de su marido permanecía como un pájaro en una jaula esperando algo, un elemento sin especificar semejante a un milagro, que abriese la puerta para poder salir. 

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