Este era el momento que estaba viviendo España cuando O conoce a un chico de origen palestino que estudia farmacia en Salamanca. Le gusta. Y recuerda que tuvo algún problema de celos porque otro joven estudiante, éste de origen libanés, andaba también detrás de ella. Se trata de un recuerdo vago. O tenía claro a quien quería así que se lo presentó a sus padres que lo vieron, en principio, con buenos ojos porque “era educado y muy guapo”.
Se casaron, por la Iglesia, porque en España, era imposible de otra manera, aunque las cosas estuvieran empezando a cambiar. Dice O que, para la boda, necesitó un permiso especial del obispado porque el novio era musulmán. Pidió el permiso, se lo dieron y en ese mismo encuentro el cura le advirtió de que su novio podría casarse con otra, u otras mujeres, en el futuro, y le insistió en que pensara bien lo que estaba haciendo. La boda se llevó a cabo sin dudas, al menos por parte de O.
Pusieron su casa de recién casados y después, vino al mundo una hija del matrimonio. Dos años más tarde deciden mudarse a Jerusalén donde reside toda su familia política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario