jueves, 18 de agosto de 2016

MARÍA DE LA O_6

   O se quejaba de la presión de su familia política: de que nunca podía salir sola, de la vida en casa de la suegra donde, lógicamente, se hace lo que ella manda, de no tener una casa propia cuando su suegro les proporcionaba una vivienda individual a todos sus hijos, menos al mayor, al marido de O. La madre Pilar escuchaba sus quejas y su consuelo era insistirle en que marcharse del país era relativamente fácil. Solo necesitaba la autorización de O para organizar un encuentro con el cónsul 
O, que ya pensaba en la posibilidad de marcharse, había cogido su pasaporte y lo tenía en su poder y a buen recaudo. Y recordaba como un día su cuñada, que era una niña por entonces, le había advertido de que si en algún momento quería marcharse, la pequeña tendría que quedarse con ellos porque llevaba sus apellidos. A lo que ella contestó: “si eso pasa, mi hija va por delante y si me lo impedís saco un cuchillo y corre la sangre por Jerusalén”. 
        O quería, principalmente,  tener una casa aparte de sus suegros pero, el paso de los días le hacía ver que era algo improbable. Tampoco veía factible la vuelta a España en un medio plazo: su suegro había adquirido una farmacia en un buen sitio de la ciudad para el hijo. Por otra parte, había días en los que la balanza se inclinaba hacia el lado de quedarse, de permanecer en Jerusalén junto a su marido al que quería y con el que no tenía problema alguno más que los relacionados con las imposiciones de su familia. 
      La inseguridad se había apoderado de O. En su cabeza daban vueltas las historias de la madre Pilar sobre otras mujeres a las que habían mandado de vuelta a casa, entre ellas a una a la que vistieron de monja para evitar sospechas. Estas historias se mezclaban con su experiencia con su marido al que no tenía nada que reprocharle en su relación personal. 
   Finalmente tomó una decisión: se puso "un gran abrigo blanco con un cuello de piel, cogió en brazos a su bebé y llamó a un taxi para que la llevara al consulado español".  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JEDDAH, A UN LADO Y A OTRO