jueves, 18 de agosto de 2016

MARÍA DE LA O_9

  Estamos en las mismas, donde empezamos: O seguía en casa, rodeada de las circunstancias de siempre y en su cabeza implantada la idea de volver a Salamanca, aunque parece que necesitaba un pretexto detonador; tenía muchos motivos para querer irse, pero necesitaba uno especial que justificase plenamente su deseo de querer marcharse, buscaba la excusa perfecta, la razón que le diera la razón.  “No pensaba en si quería a mi marido o no. Creía que una casa propia, alejada del clan familiar hubiese sido la solución, sobre todo porque así podría haber educado a mis hijos a mi manera, pero eso era imposible”. Y Llegó el día en que decididamente comunicó al marido que se quería marchar. El vio que no había vuelta atrás y lo planteó a la familia que exigió el divorcio. Y ella accedió,  animada también porque las leyes del país le permitían llevarse consigo a la bebé “siempre que no se la robasen y la llevaran hasta la cercana Jordania, en cuyo caso, tendría el asunto perdido", tal y como le habían advertido que podría suceder.
    La pareja se divorció. “Fuimos a una oficina y firmé lo que me dijeron. No entendía nada porque los papeles estaban en árabe. Claro que el divorcio solo era por el Islam porque también nos habíamos casado en España y allí entonces no había divorcio. En España seguía casada”. En este punto de su historia, María de la O añade con emoción: “cuando firmamos los papeles del divorcio ¡mi marido…..que tristeza! ¡Que Dios me perdone porque se las hice pasar mal, muy mal!”. 
   Tras firmar los papeles del divorcio la llevaron a casa de un primo del suegro. Allí tenía que esperar hasta el día del vuelo a España. Aquella familia que la hospedó con agrado no confiaba en que todo fuera tan fácil, temía que en cualquier momento vinieran a buscar al bebé.  “Soy de la familia y si vienen a por tu hija no puedo oponerme. Tenemos que evitar esa situación”. Así que por precaución, para prevenir la posibilidad del secuestro del bebé,  la trasladaron a casa de una amiga, de origen cubano, en la ciudad de Jericó. Y desde allí debía viajar al aeropuerto. Y en su mente estaba una frase ya grabada de tanto escucharla: "en ningún caso embarques sin tu hija, si lo haces puedes perderla para siempre".

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