El primer alojamiento de la familia en su nueva ciudad fue la casa de su cuñado, aquel chico que la invitó a la fiesta en Virginia Beach. El cuñado estaba casado con una mujer británica a la Vicky le costaba entender cuando hablaba quizás, porque como dice Oscar Wilde, los norteamericanos y los británicos comparten muchas cosas pero el idioma no es una de ellas. Dice Vicky que esa chica la recibió "con cara larga ". "No le caía bien. Creo que pensaba que había habido algo entre su marido y yo". Lo que pasó después solo empeoró las cosas. La chica británica trabajaba, el marido de Vicky también y ella, agarraba a sus hijos y salía cada día con el cuñado a ver la ciudad. Con el paso de los días la situación estalló. "Hubo una pelea. Mi cuñada y mi marido estaban celosos, amargados. Entre nosotros nunca hubo nada.
¿A qué vienen esos celos? Yo voy a salir, no me voy a quedar encerrada en esta casa todo el día como en una cárcel". Así habló Vicky a su marido cuando éste le pidió que parase las salidas con su hermano. La solución parecía evidente: " Si quieres que pare, alquila un apartamento para nosotros solos". Así lo hizo. Para evitar habladurías de familiares y conocidos, el marido de Vicky buscó una casa. Dice Vicky que esa casa estaba en medio de la nada. " Me metió en el desierto".
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