jueves, 18 de agosto de 2016

LEILA_ 6

    Leila da otro paso encaminado a lograr su sueño. Viaja junto a su marido a Bélgica donde se convierte al Islam. El director del centro islámico de Bélgica, en la capital Bruselas,  es el encargado de la ceremonia, el encargado de celebrar el ishhar al ismal, esto es:  decir "juro que no hay mas Dios que Alah y que Mahoma es su mensajero".  El requisito fundamental previo a recitar esta frase es estar convencido de corazón que quieres abrazar la fe del Corán. Y Leila estaba convencida. 
      Después vinieron unas cortas pero divertidas vacaciones por algunos lugares de Bélgica y Holanda. Y de nuevo la separación; cada uno volvió a su lugar a seguir esperando el reencuentro definitivo. 
      Aún queda un paso por dar, un paso pendiente: la boda católica, requisito de los padres de Leila para dejarla ir sin obstáculos morales ni éticos. El padre de Leila es devoto de la Virgen de los Milagros y su deseo es que su hija se case en el Santuario de Nuestra Señora de los Milagros en Baños de Molgas, un lugar cerca de Orense donde ahora hay también un relajante balneario. Ciertamente, el edificio religioso sigue siendo el protagonista. Se trata de una construcción barroca con tres naves y cuatro llamativas torres, dos altas, dos más bajas y en medio, el campanario. Es un sitio singular y así está reconocido, fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1982. 
  Leila y su “ marido” visitarán este santuario para casarse por la iglesia católica. Son los últimos días de 1986. El cielo está gris y el frío se mete en los huesos. Los gruesos muros del santuario reciben a los novios,  a la familia  y a los amigos, unas cuarenta personas. Los padres del novio son ignorantes de lo que está sucediendo. Los padres de la novia están resignados. Son testigos de cómo Leila, feliz,  le va traduciendo al inglés a su novio las palabras del cura. Después viene otra separación. 
    Leila comenzó a trabajar de profesora de inglés en el colegio Divina Pastora (franciscanas) en Orense. Aun trabajando, el tiempo se le hace largo y en algún momento su ánimo decae y llega a pensar que aquella empresa puede que sea irrealizable. Llegó a imaginarse subida a un camello, atravesando un largo y caluroso camino por el desierto, en busca de su marido. Aunque la idea tiene su toque peliculero, había una remota posibilidad de que eso llegara a pasar. Alguien de la familia lo había contemplado porque había quien entraba a Arabia Saudí desde Yemen de esa forma. La aventura al estilo Lawrence de Arabia no fue precisa, los papeles llegaron. El marido de Leila tenía todos los documentos necesarios para reclamar a su mujer de forma legal. Habían pasado tres años. 




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