jueves, 18 de agosto de 2016

SARA_6

    Sara cuenta alguna anécdota sobre hombres que le tiran besos desde los coches o se le acercan con el vehículo y le hablan. “Me choca esa actitud. Me pone de muy mala leche. En otros lugares nunca me había pasado. Un día que iba a casa de una amiga veo un coche que se aproximaba a mi y pensaba que me atropellaba. De igual manera me sorprendo yo misma diciéndoles las barbaridades que les digo”. 
    Después de un año de trabajo en Meca Sara determina que ha llegado el momento de optar por un trabajo que le venían ofreciendo en Jeddah. La decisión fue difícil porque, en la primera ciudad trabajaba para una universidad, en la segunda, sería para una escuela de bachillerato internacional, lo que en su currículum podría lucir menos. Además el sueldo sería algo menos pero, todos estaríamos de acuerdo en que hay cosas más importantes que el dinero: la calidad de vida,  desplazamientos más cortos, una vivienda más agradable, acceso a  gimnasios y piscinas,  y sobre todo, en Jeddah tiene amigos. Además Sara, afirma que también pesó en su decisión el hecho de que, en la universidad el número de alumnas estaba descendiendo y que varias profesoras habían renunciado en los últimos meses. E, incluso comenta que las losas del edificio, de reciente construcción se estaban levantando y hasta eso le hacía pensar en la necesidad de irse de allí. 
     Y como los cambios no vienen solos, como las penas y las alegrías, por esas mismas fechas, en medio de las negociaciones con su nueva empresa en Jeddah, y después de muchos meses, consigue traer a sus cuatro gatos que se habían quedado en Emiratos, dos con una amiga y los otros dos en un hotel. La burocracia para trasladarlos hasta Arabia se le hizo larga y pesada pero, finalmente consiguió tenerlos con ella. Y cuando recuerda el reencuentro con sus gatos lo hace con mucho cariño, con una ternura que, hablando de otras cosas, o no la siente,  o se la guarda para si.  “Cuando los traje a casa, uno de ellos, Namur, me ponía la patita sobre mi pierna como diciéndome ¿eres tú? Por fin los tengo conmigo”.  Quizás Sara sea de esas personas que confían más en los animales que en los miembros de su misma especie. O quizás simplemente sus gatos sean los seres que ha elegido, de momento,  para descargar el afecto que Sara guarda dentro.

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JEDDAH, A UN LADO Y A OTRO