jueves, 18 de agosto de 2016

VICKY_2

     La tierra de Pocahontas, Virginia, es uno de los cincuenta estados que componen los Estados Unidos de América. Está situado en la costa este, la costa del Atlántico. El nombre viene de la reina Isabel I de Inglaterra a la que se la conocía como la reina virgen porque nunca se casó. Y a veces, se le nombra como el estado “ Madre de presidentes “ porque allí nacieron ocho presidentes estadounidenses. La capital es Richmond pero, la ciudad más poblada es la ciudad de Vicky, Virginia Beach. Puede que el traslado del padre de Vicky desde Rota a Virginia no fuese por azar: en esa zona está el Pentágono, el famoso edificio en forma de polígono de cinco lados iguales, del Departamento de Defensa que conocen, hasta los que no saben donde caen exactamente los Estados Unidos. Además allí también hay bases militares, en Hampton Roads.   
     El primer reto al que Vicky tenía que hacer frente cuando llegó a esa su nueva tierra era el idioma. Había que hablar cuanto antes la lengua del país para adaptarse, para integrarse en su nuevo entorno. Se inscribió en una escuela de inglés para adultos, y asegura que a los cuatro meses se comunicaba de forma fluida. 
     Vicky es una mujer alta, morena, de pelo negro y largo, ojos claros y sonrisa seductora. Todavía hoy se la puede describir así, pero con treinta o treinta y cinco años menos, es seguro que su presencia llamaba la atención, especialmente entre el género masculino, con el que tuvo que tener una  mala experiencia. Evita hablar de ello pero cuenta que “ siempre llevaba un cuchillito para defenderme”.  Con ese "cuchillito para defenderse" en el bolsillo, estaba un día con una amiga en un Seven Eleven cuando ocurrió algo que supondría otro importante cambio en su vida.
      Las dos amigas conversaban en el establecimiento cuando un chico saudí se les acercó para invitarlas a una fiesta. Asegura que ese chico les vendió muy bien la fiesta; les contó que iría mucha gente de varias nacionalidades y con muchas ganas de divertirse, que habría comida y bebida gratis, buena música…A juzgar por como, ambas, ella y su amiga,  se saltaron las normas familiares,  y por la manera en la que vencieron los obstáculos que se les presentaron, se diría que ellas también estaban predispuestas a pasarlo bien.
      El padre de Vicky era un hombre recto, estricto pero, a veces, las hormonas adolescentes son más poderosas que la disciplina militar. Puede que fueran sus dieciocho años o simplemente fue su carácter lo que hizo desobedecer a su padre y acudir a la fiesta. Además, Vicky estaba enfadada con su madre y eso se convirtió en un motivo más para ir, en una forma de mostrar su rebeldía y su desacuerdo con las reglas familiares.  Dice que se escapó, que salió de la casa intentando no ser vista ni oída. Se reunió con la amiga y se fueron a la fiesta. Añade Vicky que recuerda  que “algo le decía que tenía que ir”. Puede que se tratase de una pizca de superstición, o fantasía, o puede, que simplemente fuera deseo, porque el deseo, a veces, se puede confundir con una obligación, con una necesidad y más si tienes la edad que Vicky tenía entonces, dieciséis. 

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